Me fuí al sonido del viento, corrí a su dirección inmensurable, caminé y el sol me pegó de frente. Calculé el espacio de la inmensidad sin mirar y saludé al impetuoso mar, mientras reía sin explicación…

Toqué la piel del mar y su sabor me fué exquisita frescura, al igual que el sonido de su voz, los cantos de los peces, la temible profundidad que solo me hizo callar.

Pero antes había sido una noche ingrata, mientras llegaba ya sin fuerzas a mi hogar, mientras no podía imaginar una vida sin él. Besos, infortunio y dicha fueron las cenizas de una relación furtiva. Y desperté mientras mi almohada estuvo llena de lágrimas y mis sábanas sudorosas de agonía, así me abrigó el día más frío. Y mi corazón sollozaba mientras hablaba con mi mente y mi mente tan astuta le repetía: ¡Te dije que esto, pasaría! Sabía que ella como siempre tendría la razón. Y mi corazón sin querer que lo cuestionaran solamente calló, con lágrimas que parecían convertirían de mi casa un inmenso estanque de tristeza, un estanque donde yo me bañaba al compás de la noche.

Es que tomé una decisión la cual me hizo renunciar lo que sentí por él, un amor descomunal, cruel y fatal.

  • ¿Mi amor por qué decides esto?, no me dejes ¡te amo! Fueron sus palabras mientras yo vivamente moría y no podía sentir más que culpabilidad, más que un peso de amarlo así, con restricción, entre sombras y esas mentiras de lo que no es el amor.

Le dije que yo merezco un castillo, ¡sí! merezco un cuento de hadas, merezco que lo den todo por mí, merezco que alguien quiera verme feliz, tú solo llenas de oscuridad mi mundo.

Me abrazó tan fuerte que su alma se quedó pegada a la mía, aún siento su olor, aún siento sus labios adheridos a los míos, aún siento el brillo de sus ojos iluminándome o llenando de tinieblas los míos, aún escucho su voz como canto de pájaros en la aurora, aún veo sus defectos como lo más atractivo; pero los que me hacían profundas llagas. Así que tuve que huir de él, corrí tan rápido de modo que no me alcanzara.

Fui tan fuerte para poder dejarlo, para poder decir: ¡basta ya! Basta de tanta entrega, basta de humillarme así, basta de aceptar todo, ¡todo lo que no es el amor! Basta de dañar a otros con esta relación. Ahora me acompaña quien habita en el cielo, mi aislamiento y yo, estas angelicales compañías que me dan paz. Tengo noches limpias, sueños gratos. El amor es hacer lo correcto, es estar vinculados siendo libres, necesitados; pero individualmente completos, deseándonos con el más tierno respeto.

¡Aun él me busca y jamás me encontrará! porque puedo admitir que me amo más de lo que lo amo a él.

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