Para esta receta necesitará:
- Zumo de limón.
- Una cucharada de agua.
- Tres cucharadas de azúcar de su preferencia.
Preparación:
Poner el azúcar en una cacerola, agregar el zumo de limón y por último el agua. Mezclar los ingredientes y poner a fuego lento. Esperar a que se coloree un poco y dejar que se tueste, es importante no dejar de mezclar. Cuando comienza a hervir notará que se van formando unas burbujas, en cuanto éstas hayan desaparecido, dejar enfriar. ¡Voilá! Ya tiene un delicioso caramelo para verter sobre el postre de su preferencia.
“Tenías ese olor a postre, a dulce, a quiero que me comas toda, te lamas los dedos y desees repetirme.”
Tal vez debí escribirte cuando me pasaste, cuando no eras solo un recuerdo. Ahora mi cabeza te dibuja diferente y hoy precisamente, se cumple un aniversario de no tenerte, probarte u olerte. No te preocupes, es un tiempo bastante más que suficiente para no necesitarlo.
Te describiría como el caramelo: de cuerpo dulce como el azúcar y ácida en tus pensamientos, casi tanto como el zumo de un limón. – ¡No vayas, estás conmigo! – Decías mientras tus piernas estaban adheridas a las mías como bombones que se derriten y luego endurecen juntos. Era de noche y afuera hacía frío pero no nos percatamos de ello, estábamos dentro del horno con ventanas vaporosas esperando pacientemente nuestra cocción.
-¡Quédate!- Te decía mientras tú, estando allí te quemabas, era tu hora de salir y yo, inocente veía el caramelo de tu cuerpo vertiéndose en el postre delicioso que seríamos.
-¡Adiós!- Me dijiste un día y sin explicación alguna te marchaste. Era inevitable, eso eras tú y así comencé a quererte. Sin más te dejé ir y eso hiciste.
Intensamente te extrañé. Todo lo que probaba me sabía a ti y era casi imposible no sentir tu olor en cada platillo. Creí que eras tú pero no, ya ves como todo cambia, hasta yo. Ahora entiendo que no y en realidad, ya no quiero que lo seas.
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