El recordatorio es el misterio del silencio sin cita

El recordatorio es el misterio del silencio sin cita

Ya se me olvido la sequía que atravesé por él, arrugue mi pensamiento como avellana en colibrí, los puentes de parís siguen recibiendo el humo del cigarro de los más viejos y el beso de los más jóvenes, y luego, estoy con mi vigilia, recostada en un sillón como si estuviera en Macondo; no pensando en la ida de su abrigo sino el momento del olvido; un pasado que no viviré en el ahora, lo pensare en menguante; pero no lo buscaré.

Pasamos años en ausencia venenosa y meses fingiendo triunfos que no merece honores. Recuerdo el olvido del 3 de junio del 2000; apenas daba mi grito ante los médicos; ellos con media vida vivida, y yo, apenas renacía en el fracaso que llevaría en las maletas. Mi infancia fue el fantasma de la quimera; regido por mis padres y abuelos, para ser recorridos a cientos de kilómetros, pero nunca me dieron directrices de cómo prevalecer en la oscuridad con sueños que iban en contraluz de sus calibres.

Mis venas ya no resistían vivir para ellos sino no por mí, el 25 de febrero del 2015, los demonios a lo que tanto le temía en mi dormitorio por las noches; me escabullo mi cuerpo; no podía escapar.

Y es que estamos en un constante insomnio; lleno de mentiras, que olvidamos al conducir; al despertar sabemos que somos aberraciones del olvido, pero al perder la guerra, recordamos quienes somos nosotros, de lo contrario, la suerte es un impostor que engaña lo que eres; un cadáver de todos tus anhelos.

Aprendí a ser boceto de Mulán en los meses más fríos; allí el amor se desvanece, nos mata cuando queremos saludar sin faldas, el sexo grita bajo el grifo cuando va de prisa y no toca el alma; sólo esculpimos la arrogancia del ego; nos eleva por un rato y terminamos en promoción de roperos antiguos.

En las novelas vende finales erróneos; sentimos satisfacción en lo que queremos ver más no sentir y atraparlo. El último año que viaje a París; recolecte las fechas más usurpadoras que se nutre de tristeza, no hice planes, deje que los trenes me llevasen a la última estación; me di cuenta, que no vales por tus planes, porque en cualquier momento el avión se cae junto al orgullo por el llanto a causa de no despojarte de la emancipación carcelaria del hogar.

El 21 de octubre del 2018 a mi regreso a Macedonia; di espacio a los besos de Trolla, a correr sin abrigos prestados, a bailar en nieves, a cantarle al amor que tomé por clavos, suavizar el sexo en quebradas, ser el aguacero de mis cortadas. No seamos imperceptibles a las banderas que nos da risas; demolemos planes náuticos y vivamos un poco más, olvidemos las reglas básicas y recordemos el tacto de gaviota; demos pasos de anciano para ser artesanos del olvido al que recordamos no por las cúspides en los calendarios sino en la paciencia conquistadora del habano mismo.

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