Otro día más y aún no logro olvidarlo, salgo del trabajo y en mi camino a casa, me detengo en la cafetería que frecuentaba con él. Entro y pido el café que él solía pedir para mí, no quiero estar triste, pero es inevitable, así es como funciona el amor. Sé muy bien que tengo que
olvidarlo, lo intento, pero mi mente es débil y él sigue viviendo en lo más
profundo de mi corazón. Hay días en los que no pienso en él, pero como una
maldición vuelve el recuerdo de infinitas tardes, donde su sonrisa suavemente sacudía mi corazón. Estando a su lado experimenté diferentes emociones, algunos días me sentí feliz, otros sorprendida y algunos triste; pero sobretodo, cada día me encontraba deslumbrada por él. Saliendo de la cafetería, el aroma del café caliente en mis manos, entra por mis fosas nasales y desbloquea un recuerdo de aquella tarde cuando caminamos por aquella avenida, que tiene marcado nuestros pasos. Ese día, me confesó que se había enamorado:
– Me gusta Camila
– dijo observando mi reacción
– ¿La loca? –
dije sorprendida
– ¡No! esa no,
me gusta Camila, la chica nueva
– Pero hace días, me dijiste, que era demasiado tímida
– Sí, lo es,
pero cuando la conoces… Es increíblemente linda- dijo sonriendo
brillantemente
– Te entiendo, bueno felicidades amigo, ella… Me agrada
– Siempre me
apoyas, eres la mejor, te quiero una galaxia completa- dijo abrazándome
– Yo también te
quiero- dije mientras mis lágrimas caían
– ¿Qué pasa?
¿Por qué lloras? – dijo secando mis lagrimas
– Nada… Solo… Estoy feliz de que te enamorarás
– ¡Oh! No sabía
que eras tan sensible – dijo riendo
– ¡Claro! Soy
una delicada flor, cómo no lo notas… Idiota – dije sollozando
– Sabes que soy
algo despistado – dijo haciendo pucheros
– Sí, lo sé – dije riendo tristemente
Un año después, fui dama de honor en su boda con Camila, Ese día, la lluvia cayó suavemente cubriendo mis lágrimas, mientras lo observaba alejarse
con la persona dueña de su amor. Como un rayo de luz que brilla intensamente, me gustas, son las palabras que nunca pude decirle. Aún cuando Amarlo hiere profundamente mi corazón, día tras
día lo extraño, se muy bien que ama a otra persona, pero… ¿Qué puedo hacer?, Lo amo locamente. Camino pesadamente hasta la entrada del parque donde hablábamos por
horas, tomo un poco del café, cierro mis ojos; puedo verlo y sentirlo otra vez. La brisa fría, me trae de vuelta a la realidad y descubro que todo lo que me rodea está lleno de su aroma y su sonrisa. Quería ser su luz, cuando caminara en la oscuridad, pero no fue posible. Me siento en la
banca, miro el café ya frío en mis manos; tomo un poco
más y me doy cuenta de que solo me queda, su recuerdo, mis lágrimas y el amargo sabor de un café que una vez fue dulce.
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