Arresto domiciliario. de Braulio A. Busquiazo, Abril 14 de 2020
Aquellos que tenemos la necesidad de escribir se dice es por causa de nuestra imaginación. Esto de la imaginación se pone peor en el encierro pues las ideas que el trae vuelan, al punto que se ha escrito buena literatura en encierro voluntario, o en la cárcel. En estos días por causa de la amenaza del virus que nos llevo al encierro muchas plumas y tinta han volado de una rama a las otras. Y a mi me llevaron por observar la naturaleza, a años atrás cuando se nos volvió difícil la adolescencia de nuestra hija rebelde.
Tenemos en el fondo hoy en esta casa, una planta de Bouganvilla, una Santa Rita la cual como si fuera nuestra familia plantamos con amor y le dimos toda nuestra dedicación. La cuidamos y es un honor verla linda y florecida con el hermoso cambio que hacen sus flores de un rosado al rojo y púrpura al crecer, maravilla de la naturaleza.
Fue con asombro que ayer en ella observáramos a esta bien vestida refugiada, entre sus flores. Tan pequeña y vulnerable como niña que hubiera escapado de su casa. Vimos después a quien sospechamos ser su madre aparecer y darle de comer bajo la frondosidad de nuestras flores. Hubo un intercambio, la mama se fue pero ella quedo allí vulnerable dispuesta a pasar la noche. No nos animamos a intervenir y nuestras mentes nos mantuvieron desasosegados toda la noche. Aunque ya no esta frío no es lugar apropiado el esperar la salida del sol en nuestra planta. Pero nos dormimos, el sol nació y por causa de haber dormido mal nos levantamos tarde yo temiendo lo peor, lo primero que hice fue ver que le habría pasado a la rebelde en su refugio de la noche entre nuestras flores. Y felizmente allí estaba, temblando imperceptiblemente hasta que calentó el día habiendo pasado la noche envuelta en su tapado, tan chiquitita. Era la misma canción de ABBA “Chiquitita dime porque tu dolor hoy te encadena…” Se le acercó algo de comida pero no quiso, tampoco de beber que quedó en la copa. Aceptó nuestra presencia pero cuando tratamos de acercarnos con una cuchara larga de madera de la cocina con algo dulce que comer se sobresaltó. A la tardecita apareció la mama muy preocupada con algo casero que se lo tuvo que dar en la boca. Nos hizo pensar que este ser se habría ido de su hogar muy temprano, cuando todavía no podría valerse por si misma. Pero su madre no la abandonaba aunque ella cabecita dura no quería saber de regresar, aunque se veía que conversaban mucho juntas por un buen rato. No la había abandonado nunca su madre sabia de los peligros, pero allí quedaba aquella pergeña solita siempre en la misma rama. Tratamos de acercarnos con las mejores intenciones, pero así podría haberlo hecho un animal. Cuando su mama apareció volando a defenderla junto a nuestras caras exponiéndose a lo que fuera por salvarla. Revoloteo en torno e hizo de todo para protegerla, vigilando y cuidando a su niña. Quien sabe ella conocía sus defectos, quien sabe su hijita estaba bajo Dios sabe que influencia, que habría tomado, en que malas compañías habría estado la noche anterior, quizá avergonzada de volver al nido. Por algo movía su cabecita de un lado al otro como que algo la poseía. La mama se había ocupado de vestirla bien, no era una cualquiera aunque vestía sobriamente para su condición elegante un tapadito gris en la espalda que apenas dejaba entrever sus alitas de puntas muy negras, una blusa blanca de plumitas impecable y apenas un algo de makeup alrededor de los ojitos negros que le daban un toque precioso de lavanda argentina. Su piquito largo y negro de a ratos jugaba como una jeringa una lengüita larga que nos hizo pensar tendría sed. Tenemos comidita y bebida para estos dulces preciosos picaflores y tentamos acercarle algo, aunque casi al llegarle voló como para mostrarnos que sabía como hacerlo. Y volvió a su misma rama ya considerada suya con su mama, pero no al nido que calculamos debe estar allá arriba en nuestro sauce alto de florcitas amarillas.
La situación nos dio a entender que ella estaba haciendo la transición adolescente queriendo hacerlo por si misma desconociendo los peligros de la vida. Igual la naturaleza que es madre sabe muy bien que su hermosa mama habría de protegerla de no importa que, a su pequeña chiquitita vulnerable linda colibricita.
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