Aun nuestra tierra desprende olor a nuestra aventura, cuando el sol la ha acariciado, tan cálido y húmedo vapor se levanta después de la leve llovizna, tu nombre de reina aborigen llena mi mente, llevándome a tiempos llenos de juventud, aquel deseo indomable de tu piel y mi piel, las ganas de cenar juntos, la poca comida en la mesa, un pan, queso y vino.

El pan preparado por mí, el vino de mi paciencia, el queso la amalgama de sabores, lo rancio y salado, el final de nuestra aventura; aquella masa fina, suave de olores neutrales, pegada a mis manos, no despide olor hasta amasarla con fuerza, el sudor del esfuerzo, lograba despedir la dulzura de su imagen, suavemente muestra como aumenta el calor en el trabajo, al final aquella masa terminada perfuma el lugar.

Flores silvestres, tierra mojada después del calor del sol, miel despides, aceitunas dulces el olor en el aire, larga espera después del primer trabajo para continuar la faena, pocas palabras hay, me ocupa respirar entre tu cabello, hueles a deseo, dulce amor me embarga, pruebo las gotas de tu amor amargo y dulce desfilando por la curva de tu pecho, que llega al gotero de tu calzada.

Llegó el momento amor, amasamos para hacer la cena, aún no comienza el encuentro, ansío llevar al horno el amor de nuestro trabajo, ya espera el refractario con llamas elevadas con deseo de abrazarle, entra la masa al horno y despide su olor, los primeros roces siempre huelen a tierra caliente cuando la llovizna cae, la tensión y el vapor, un olor a leche, azúcar y aceite inundan nuestro lugar.

Ya en mis brazos te aprieto, me confundo siguiendo el perfume de tu sudor, menta, orégano y aceite, sabor dulce de miel, el calor abraza, aumenta la temperatura, evocas las flores silvestres, el grito de tu cuerpo, cruzamos miradas, todo ha comenzado, el pan ya despide su olor a pasión, nuestro amor a corteza tostada, llama tu cuerpo la tentación, cierro mis ojos y siento el trinar de tu horno, debo esperar un poco más por ti, necesitas más calor, anhela la llovizna que le apague, comienza a sentirse la fragancia de nuestro amor, pan de horno en leña, su perfumado olor de tierra mojada.

Sofocado nuestro infierno, cenizas despiden huelen a calma, cansadas del trabajo, gimen placer, tanto trabajo quemándose para ella, resistiendo su vigor dejándole su virilidad, la mesa se adorna de olores, la dulzura del vino anuncia la hora, sentada en la mesa, cubriéndote el pecho con tu cabello y mojas tus labios preparando el próximo gusto, el queso servido, el pan, nosotros, amor mío, sin palabras expresamos el amor que hemos tenido, entre dulce, amargo, agrio y alcalino, hemos decidido repetirlo, una y otra vez mas; solo en sueño te he tenido, solo en los olores de mi casa, hasta hoy triste me he sentido, terminando aquellos días, con los olores de nuestra aventura, que han sido el retrato de tu recuerdo.

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