Agua fría. Una vívora en el techo. Música que me da vuelta los ojos. Sí, como la maquinita del casino, pero distinto. Mi soledad que me canta una canción tuya, mi mente que la quiere callar con cinta aisladora. Sonríen mis pestañas; quisiera atrasar la mudanza. Mis largas pestañas, las que abrigan mis ojos desorientados.
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¿Cuál es el sentido de la vida? Sentada en el escalón, me río y miro el mar.
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El ruido de la lluvia fuerte sobre los ventanales, música de gimnasio – bien de gimnasio – por debajo, el <<beep>> del cronómetro. Mis pies que van y vienen. Dos extraños sentados tomando café. ¿Les molestará mi interrupción?Dia lluvioso. Andar risueño. Mi empuje que renace. Diluvio total. Aunque el aire no sea tan cálido, vuelvo a respirar.
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Clara fragilidad, como vaso de vodka en el espejo. Sutil olor a vainilla, cerca de la canilla. Nuevamente, agua fría en la garganta.
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Pestañas pegoteadas, cabello de león – la rubia despeinada. Primeros pasos, gusto a calefacción. Mensajes en el celular, repentino recuerdo de un sueño realmente desconsolador. ¿Y ahora qué hago? Me espera el café abajo.
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Abrí los ojos. Mirame a través de ellos. Librame de la sed que tengo por abrazarte. No hay nada dicho pero todo se sintió. Sabor a resignación cálida, calma. Calor. Algo que no puedo entender. Entre las notas de mis días, tu discurso en semi-tonos. Entre las teclas del piano, tu mirada silenciosa. Dibujame mi impotencia. Cuidarte, te voy a cuidar, sin versos y en prosa.
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Cierro los ojos al amanecer. ¿Quién me entenderá? Hoy será un gran día. Otra manzana mordida.
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