He tenido un sueño recurrente durante algún tiempo, en el sueño estoy sentada en la pequeña plazoleta en el centro de Agnone, puedo sentir el olor de las flores del pueblo, el aire fresco de montaña rozando mi cara y la felicidad en el corazón, mientras estoy disfrutando del entorno alguien me toca el hombro, pero cuando de doy vuelta, no hay nadie.

Sorprendida al no encontrar a nadie, me levanto del banco y voy hacia la pastelería más conocida a comprar cannolis, nadie puede resistirse a uno, ni siquiera en los sueños, el relleno que tienen es una caricia para el corazón. Con mis cannolis en mano me subo al auto y voy a la montaña, a la casa donde alguna vez vivió mi padre y en la que hoy aún tengo familia. Cuando llego mi tía está preparando el café y unas galletas que cocina en un fierro sobre las hornallas de la cocina; antes de entrar en la cocina puedo escuchar que las está cocinando y hasta puedo oler como el aroma a limón comienza a invadir toda la casa.

El sueño se repite una y otra vez como si jamás fuera a terminar, solo que esta vez, particularmente en este día, en medio de ese sueño profundo alguien me despierta y noto que tengo lágrimas en los ojos, un poco confundido el hombre que me despierta me avisa que llegué a la estación terminal, me seco las lágrimas y bajo del subte, me había pasado 3 estaciones …

A veces pienso que todos deberíamos volver al origen, hacer el recorrido a la inversa. Mi padre cruzó el océano y vivió su vida aquí, fue feliz y amó los olores y los sabores de esta hermosa tierra que no era la suya, al menos no al principio. Me pregunto ¿tendría que hacer yo su recorrido pero a la inversa? ¿Buscar la felicidad en los olores de otra tierra? ¿Sería una persona feliz? Ese pensamiento en mi es constante, se intensifica con los años, amo mi tierra, pero también amo la tierra de él y también la siento como propia.

¿Porque nadie aparece cuando me doy vuelta en el sueño? Intuyo que sabré quien es el día que vuelva a sentarme en aquella plazoleta.

¿Soñaré o viviré ese sueño? 

Mientras tanto aquí, de este lado del océano, la vida continúa, pero mi mente nunca abandona Italia con todos los amores, los olores y los sabores de ese hermoso pueblo al que voy cada vez que puedo y cuando no, vuelvo en sueños. 

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