A brinquillos saltaba Rubén hacia la pileta. Su ropa había quedado entre jabón y agua. ¡Rubén! «Gritó su madre a puerta abierta». Rubén volteó lentamente y en repentina sorpresa recibió un santo golpe en la mejilla. ¡He dicho que no vuelvas a dejar la ropa en la pileta! «Replicó su madre». Rubén sonrió con la mejilla mallugada, -¡Claro madre! No vuelve a pasar-. Se dirigió en dirección acertada a levantar su ropa y, con cierta gracia entró a la cocina. El plato estaba servido. Frijol y Tortilla.
Siempre hazle caso al botón del pantalón «Le aconsejó su madre» al añadir queso a su platillo…
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