El emoji tendría los ojos entornados y los labios fruncidos, que permitan resoplar pero sin hinchar los carrillos, elevando a la vez un poco las comisuras de los labios. Traducido al lenguaje adolescente sería como decir la palabra ¡chaval! Con la entonación en que la dicen cada dos por tres para mostrar su desacuerdo.

Debería usarse cuando no das crédito ante algo que sucede; ante algo que te sorprende y te deja perplejo, alucinado, pero con un claro componente negativo. No puedes concebir que se haya llegado a ese punto, que alguien pueda comportarse de esa manera tan estúpida. Es una mirada de consternación que, a la vez, trasluce un cierto matiz de superioridad moral o intelectual y un punto de cinismo perdonavidas.

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