una vez en un acantilado  por la mañana temprano se encontraron dos aves, una le dijo a la otra. por qué vuelas encima de este acantilado y te sientes tan segura?.- porque el acantilado no es peligroso para mi, por debajo de el, atraviesan piedras, y fuertes mares , pero ninguna cosa me produce terror.-  es   la condición de volar la que te mantiene tan segura.?- le pregunta nuevamente el ave.- pues si.- dice.- pero un momento.- le dice,- y continua.- cómo estas segura justo aquí? si cuando volamos alto puede que nos caigamos siempre.- pero el acantilado refleja el peligro, refleja el espíritu de los desahuciados que están a un paso de caer en él.- dice sonriendo.- 

el ave volaba y bailaba encima, era como si flotara en una enorme tempestad que produce un ruido que solo ella puede escuchar.  lo hacia por horas, no se cansaba; cuando menos un árbol creció en el precipicio, sus enormes raíces crecían velozmente, y sus ramas de árbol no tardaron más de un día en crecer, el ave atónita observaba el árbol, que crecía por debajo de ella y la hizo detener su baile y poner los patas en las ramas. sin tardar llego su amiga ave a verla durante la tarde.- pero cómo es posible.- dijo.- un árbol ha crecido a la orilla del precipicio. – si pero no le quita lo tembloroso al precipicio.- dijo el ave.- no lo creas, ahora tú estás con tus patas arriba del árbol. y eso da tranquilidad y paz al espíritu.- pero aún así el precipicio es más profundo; más silente , casi sombrío.- responde el ave.  el ave siguió su camino, pero nunca olvido la luz de esperanza que asomó en el árbol en el profundo y desconsolado precipicio
  

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