TODO LO QUE CAE TIENE ALAS

TODO LO QUE CAE TIENE ALAS

user_11683

08/09/2013

  —Es también un verso de Ingeborg Bachmann —me dijo ella, delante del cuadro de Anselm Kiefer—. De una brutal belleza, ¿verdad?

  Pero no me resultaba fácil siquiera asentir cuando no era sólo el óxido del lienzo, sus prendas de ropa en ruinas, ese verso, lo que como un tsunami arrasaba mis palabras.

  —Sí. Me gusta —llegué a decir, consciente de una «s» final que desde la boca se me fue rodando hacia dentro como una piedra torpe.

  Y sigue rodando, cada vez más pesada, ya casi hecha de hierro ahora que el tren ha llegado y ella va a marcharse.

  —Gracias por haberme acompañado a la exposición.

  —De nada —sonrío, acomodo el silencio—. Espero que repitamos algo así pronto.

  Mira el reloj, la aguja que se adentra en la prisa.

  —Sí, supongo. Ya nos veremos.

  Mis ojos se vuelven reflejo de agua frente al brillo de los suyos, justo antes de que graben ya cómo ella se gira, se va sin que un adiós termine de trepar por mi garganta.

  Una palabra más que cae conmigo, desde el andén las palabras y yo seguimos cayendo y mientras mis alas alejándose, volando más allá de la curva donde tuerce el raíl.

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