Llegó el momento… Tras 15 días de juegos, diversión y mucho amor, Miguel se encontraba allí, de pie, con los ojos humedecidos, viendo a Mariela partir.
No entendía su tristeza, pues con sólo 9 años ya había visto a muchos voluntarios del mundo, que habían venido al colegio, marchar… pero Mariela… ella era diferente. Desde el primer momento siempre se entendieron con tan sólo una mirada.
Ella, pensativa, no quería marcharse. Después de aquellos fantásticos 15 días en aquel colegio de Perú, algo había cambiado en su interior y Miguel era parte importante de aquello.
Se enamoró del pequeño nada más verle en la primera clase de arte (manualidades) que dio en el colegio. Jamás olvidará aquel día, en el que se colocó por primera vez en su vida al timón de una clase de 30 personitas.
Estaba muy nerviosa, pero fue en el instante en que su mirada se cruzó con la de Miguel cuando inexplicablemente se calmó y disfrutó de aquella maravillosa experiencia: provocar sonrisas y diversión en los niños de aquel colegio de Perú.
Habían pasado ya 15 días de aquello, pensaron ambos simultáneamente, diciéndose adiós, desde el andén.
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