…va a efectuar su llegada. Las palabras tantas veces oídas desde el andén opuesto hoy le llegan ralladas por esos grillos que no paran de cantar en su cerebro. Sus labios aún conservan el sabor a cacao con que fueron despedidos. A su lado, un hombre abraza con fuerza a un pequeño antes de ponerlo en brazos de una mujer. Sus miradas se cruzan. Su pasado se refleja. Quisiera regresar. Pero sabe que no puede. Mira las vías. Siente una gran atracción. El tren silba. Unas luces blancas se aproximan… Los grillos enmudecen. Dos puntos rojos enfilan el horizonte

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