Mi Particular Muerte Esperarada

Pasan un par de trenes, y otro más, y otro, pero yo sólo espero a la más salvaje, a la más cruel puta coronada. A la suprema reina de las verdades, de todo lo que se termina.

Espero desesperada a que me arrolle, a que, simplemente, me otorgue el don de marcharme sin mirar de donde vine, sin poder recordar nada.

Sin despedirme.

Puedo esperar desesperada sólo un poco más, a que el anden entero se oxide y me olvide, que me trague, me mastique y me digiera. Que me lleve a un infierno, sin duda, un poco mejor que este.

Por fin escucho el susurro suspirado de la ausencia de su presencia.

Compruevo que aún estoy viva, que por mis venas sigue corriendo la sangre escandalosa aunque ya se va enfriando, que ya se termina y me termino mientras camino hacia ella.

Está muy quieta y borrosa en el andén con sus escuálidos brazos extendidos y me canta una dulce canción para que no tenga miedo.