Siempre he deseado que mi vida fuera diferente, desde niña donde la mayoría de mis juegos consistían en evadirme de mi propia realidad. Pero los años van pasando, al final vas dejando atrás tu imaginación y te encuentras sumida en una vida adulta, que no te hace feliz, tienes muchas cosas que hacer, sin embargo no encuentras sentido a ninguna.

En el umbral de mis treinta años, después de dos desencuentros amorosos y de haber perdido a mi mejor amigo, me levante un 6 de octubre decidida a que mi vida debía cambiar, apague el móvil, hice la maleta, me vestí y cogí mi pasaporte. En el portal paré al primer taxi que pasaba.

Desde el andén pude ver a las personas que iban y venían, como ese narrador omnisciente que todo lo ve, yo veía sus vidas pasar, imaginaba sus principios y sus finales, sus historias. Ahora, era momento de dejar de imaginar la mía, y empezar a vivirla.

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