OTRO TIEMPO
La lluvia caía fina e incesante. El viento arreciaba, frio, del norte. Yo, sentada en un banco, apenas veía a través de la densa niebla.<?xml:namespace prefix = o ns = «urn:schemas-microsoft-com:office:office» />
Pero al levantar la vista, desde el andén, divisé algo que se movía y avanzaba hacia mí. Llegaba el tren.
Pensé en él. ¿Cuánto tiempo hacía que no le veía? Quizás tres años o algo más.
Recuerdo que cuando nos despedimos, en este mismo andén, él llevaba un jersey azul marino y un pantalón gris. Su cara daba miedo al mirarla. El miedo que él llevaba dentro.
Miedo a tanta pregunta sin respuesta: ¿Colaría su documentación falsa en la frontera? ¿Encontraría a los amigos con los que había quedado allí? ¿Le ayudarían como él esperaba?
Ahora todas esas preguntas estaban contestadas. La incertidumbre y el miedo de antaño no existían. Ahora solo quedaba la nostalgia. Nostalgia por aquel tiempo en que se vivía la angustia y el miedo. En que se luchaba por sobrevivir. En que se creía que todo podía ser diferente.
Ahora ya todo es diferente y sin embargo, al mirar la llegada del tren solo sentí, eso, nostalgia.
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