ANDENES Y ESPERAS

Siempre estaba dispuesto para una partida o la llegada del esperado o de lo inesperado.

Miraba desde el andén hacia ambos lados… aunque sin ansiedad. No reparaba en horarios.

Mi espera era natural, continua y no me alteraba el ánimo.

Sabía que en algún momento llegaría, inexorable.

Hasta que todo cambió. La plataforma de mi andén ya no es la misma. Se ha estrechado. Es más blanda… y desde hace tiempo yo solo la ocupo. Inmóvil.

Me han abandonado antiguos pasajeros. Nadie viaja conmigo. Todo perdió sentido.

Solo en contadas ocasiones se reúnen en torno de mi plataforma. Me saludan. Conversan como de compromiso sobre cosas que ya no interesan y se marchan con meneos de cabeza que interpreto.

Resignado continúo la otra espera, sin comprender la tardanza del visitante…

…Finalmente hoy se han ocupado de mí. Recuperé protagonismo. He salido en los diarios. Es por eso que esta mañana recibo más visitas que nunca.

Todos hablan de mi partida. Parece que en esta estación he sido querido. ¡Cuántos que se han reunido para despedirme…!

Busco con ansiedad la próxima estación ignorante de esa frase que suena a compasión… “mejor que Dios se lo haya llevado”…

 

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