Reflexión de un melancólico

Es increíble cómo pasa el tiempo y junto con él, distintas circunstancias y acontecimientos sumamente importantes en nuestras vidas. Incluso, el cuerpo no es lo de antes, pues es como mi padre solía decir: »el cuerpo tiene memoria, cuidalo juancito».  Ese hombre era un sabio; sin embargo, nunca le gustó que pasase tanto tiempo en el andén leyendo a Charles Baudelaire o entreteniéndome con Flaubert y su quijotesca »Madame Bovary». Supongo que no tenía por qué tener amor por la literatura, después de todo, en su vida sólo conoció el trabajo duro y siempre se mantuvo aislado de cualquier fantasía que pudiese llegar a surgirle; él insistía en afirmar: »el mundo no es como lo describe un libro, acá se sufre y muchas veces…No existe otro capítulo»… De cualquier forma, yo vivía sobre ese andén que me alejaba del mundo, para depositarme en aquel hermoso universo literario, donde sin dudas, era tan feliz…
     No obstante, el tiempo pasó y ahora soy un adulto con responsabilidades, problemas y deudas. Ya no vivo desde el andén, ya no. Ahora, estoy en el mundo real, donde me pregunto existencialmente, como haría Arlt, ¿qué necesito para ser feliz? un libro y mi andén…