Nunca esperes demasiado de algo, porque sino, acabarás defraudado.

Inicias un viaje que esperas te lleve a otro lugar donde partir de cero.. Buscas en la vía, la salida de un túnel que parece no acabar nunca, y cuando llegas al destino, y descubres que se llama decepción, te dan ganas de volver en ese tren, que quizás no debiste coger, al punto de partida, de donde no te debiste mover…

   A veces los viajes, no te llevan donde esperas. El sol sale, sí, pero siempre aparece algún nublado. Conoces lugares que pueden ser encantadores, pero que pierden su esencia, cuando descubres, que en ellos, no hay lugar para tí.

Pero el viaje aún no termina, y tienes que seguir. Porque tarde más, o tarde menos, el viaje acabará. Entonces tendrás tiempo para meditar, coger fuerzas y seguir. Seguir en ese destino al que siempre retornas, o preparar el camino para llegar a otro nuevo.

Siempre tendrás la opción de elegir fecha, lugar y vagón. 

Y de cada viaje, podrás aprender de cada parada, y disfrutar de lo vivido, o quedarte estacionado y conformarte con mirar pasar el tren, desde el andén…

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