“Sorpréndeme”- dijo. Intentó sostener su mirada a través del humo, pero no pudo evitar bajarla hasta sus labios rojos carmesí. 

Perdió sus pensamientos en las vías del tren, mientras el cigarrillo seguía consumiéndose entre sus dedos y la ceniza caía sobre sus zapatos negros de tacón.

El suelo comenzó a vibrar; se acercaba el vagón. La decisión era inminente, cosa de segundos.

Entonces todo se tornó una serie de imágenes y sensaciones consecutivas, mezcladas con el entorno.

Los besos dados danzaron con el viento alborotado del túnel y las palabras no dichas rasguñaron las vías chirriantes.

¿Por qué tuvo que ser el último tren?

Se sentó buscando más recuerdos, quizás escondidos entre las piedrecillas de las vías.

“Quisiera que te quedaras”-susurró desde el andén.

Pero ya habían pasado 20 años desde su partida y ningún tren podría hacerle llegar esas palabras.  

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