-¿Pero qué hago yo delante del abismo? -Se preguntó el anciano.

     Se arrancó tubos y cánulas, las sábanas blancas. Se puso la ropa. Pasaría la última tormenta en su casa. 

     No había nadie. Ella partió hace años. Pero desde el anden de la distancia, aun respiraba su calor.

     Ya en su cama, cerró los ojos. Sin miedo. Con esperanza.

     – Voy amor -fueron sus últimas palabras

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