Corrías como un loco al lado del tren, en cuya ventanilla asomaba mi cara. No pudiste con su velocidad, y desde el andén me hacías señas. La Estación Mapocho se me perdió, Ya no te podía ver, pero adiviné tus ojos llenos de lágrimas. Yo debía disimular las mías. Iba con mis padres que me llevaban al sur de mi país, para que no volviera a verte. Me decían que no eras para mí, que pertenecías a otra clase social, y a mí que me importaba eso…Te quería tanto, éramos un par de niños cuando nos conocimos, a mis quince me alejaron de ti. Ha pasado medio siglo, si alguna vez lees estas letras, comprenderás que son para ti.  Te amé con la entrega de la niñez, con la inocencia mezclada  en juegos infantiles que encerraban deseo, un deseo que aún no conocía. Me costó mucho olvidarte, pero desobedecer a los padres en esa época era imposible, y aún no sé si tuvieron o no razón.

Lo único que tengo claro es que la vida va en pos de su término y no soy ni fui feliz.

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