Su desparpajo es total, tiradotes en el piso lo mismo se engullen, por no decir tragan, una grasosa y gruesa torta medio envuelta en papel de estraza, que protagonizan encendidas escenas según ellos románticas, acomodan sus mercancías, que principalmente son cd´s piratas, o hablan por el celular para avisarles a sus compinches que al Jahír lo tienen detenido en la estación Universidad porque «el jefe de estación le está haciendo al pendejo y dice que no reconoce la clave de identificación «para poder chambiar». Su actividad no sólo viola los reglamentos de operación del metro de la Ciudad de México, sino que también las leyes que protegen los derechos de autor, pero nada de eso importa en absoluto porque sucede que en ese lugar  corren enormes cantidades de dinero que tiene el enorme poder de alterar también las leyes de la física y hacer invisible para las autoridades aquello que para los pasajeros es evidente, el comercio de mercancías ilegales, mas conviene aclarar que ese privilegio  no es para todos, sino tan solo para los miembros del clan que le entran debidamente con su cuerno, desde el andén de enfrente vi y escuché todo, «entre» incluido.  LOS PERNICIOSOS INVISIBLES.

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