Aquella noche me pareció raro que no lloviera después de haberlo hecho casi un mes sin tregua y me venía preguntando, mientras caminaba, qué es la literatura. Entre teorías y posibilidades entré en el andén del metro. No había nadie. Bueno, casi. Mejor porque no me gustan los andenes vacíos. En la vía de enfrente estaba de pie una muchacha de pelo cobrizo y falda muy corta. La miré solo a los ojos y me miró. Una, dos, tres y cuatro veces. Yo insistía. Me rehuía pero luego ella volvía a buscar mis ojos interesados. Y de repente me pregunté ¿Y si es esto la literatura? Simplemente y nada más. Quizás sin muchas preguntas ni tan siquiera palabras. De repente se apagó la luz. A los minutos volvió. La joven yacía tumbada en el suelo con un gran charco de sangre alrededor. Entonces desde el andén me hice de nuevo la pregunta sin sentir ni un escalofrío ¿Y si es esto la literatura? ¿Y si es este su misterio? Antes de que llegara la policía yo ya me había ido.
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