TRABAJADORES DE ANTAÑO

TRABAJADORES DE ANTAÑO

Marta Marsa

29/07/2022

TRABAJADORES DE ANTAÑO

CAJERA DEL BANCO. ESPÍA Y CONFIDENTE

Me resultaba socialmente entretenido ir al banco y que la simpática cajera me entregara el poco dinero que le pidía y pusiera cara de cómplice al ponerme la libreta al día y ver que el último renglón tiene apenas una cifra. No importaba, era fin de mes y aun me quedaban por cobrar los paseos que le daba a Mora y Canelo, los perros de la vecina. Esa calderilla iba directa a la hucha secreta que la cajera desconocía.

EMPLEADOS DE LAS AUTOPISTAS. GEÓGRAFOS Y AGENTES DE LA AUTORIDAD

Que divertido resultaba viajar y parar en los peajes donde te atendían unos señores muy atentos. Yo les creía los más sabios en cuanto a geografía.

Siempre preguntaba al agente: “¿falta mucho para Zimbabwe?” y me respondía con simpatía:

  • Está muy lejos, pero llegarás algún día, porque todos los caminos que ahora yo vigilo, llegan hasta donde tú decidas.

Cuando te parabas en la gasolinera y venían felices a llenar el depósito mientras salías a estirar las piernas y a comprar unos un bocadillos de jamón de jabugo del bueno con una manzanas deliciosas, con sabor a las mejores de las manzanas.

INTERLOCUTORES SIN CEREBRO

Qué decir cuando haces ahora una llamada y te responde una máquina. Me entran ganas de colgar en cuanto lo oigo, pero me armo de paciencia y espero sin responder a nada para que me pasen al “agente”. Esas máquinas me preguntan a mí, cuando soy yo quien tiene la pregunta. Me hacen sentir ridícula cuando me piden que explique lo que necesito en 4 palabras ¿cuentan las conjunciones y preposiciones?, peor que construir palabras con apalabrados. Si yo, que soy de letras, me cuesta elaborar esa frase para que se entienda, no imagino a los Einstein ¡que dolor de cabeza!

LIBREROS. POSEEDORES DE TESOROS RECOPILADOS, AGENTES DE LAS PALABRAS

Lo mejor de todo ¡libros digitales!.

Yo quiero mis libros con hojas. Subrayarlos, hacer anotaciones, manosearlos y llevarlos a todas partes. Mis libros no me piden usuario y contraseña para llevarme donde lo había dejado. Yo con mi libro, vuelvo al principio o directa a las últimas páginas, según lo que me haya motivado su lectura.

Luego, una vez leido, lo regalo sin borrar lo que he apuntado ¡que sepan lo que he pensado!. Siempre es útil conocer otras formas de interpretar lo subrayado.

Mi librero me conocía tan bien, que me ponía en la mano lo que resulta parecido a lo que ayer me había gustado.

Ahora, mi librero se ha jubilado y en su lugar hay una máquina que escupe lo que le hayas encomendado. Una máquina que no te saluda, ni sonríe. No te conoce y lo que dice, lo hace como SIRI, con el eco de la enorme caja llena de libros. Si no encuentra el que tu quieres, mañana ya te lo habrá conseguido.

¡Y no! No será por el trabajo de un repartidor precario. Amazon ya se ocupa de transportarlo con un dron que sabrá donde depositarlo. Solo hace falta pues, algún personaje solitario que vaya abriendo la enorme caja y colocando cada libro en el lugar adecuado.

Solo espero que no desaparezcan esos libros con los que podemos pasar páginas, doblar la esquina en señal de parado o poner el paginador con la foto de tu amor platónico, ese que nunca llega.

MARSUKI

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