La Vida Sencilla.

La Vida Sencilla.

Roberto Ulaje

05/07/2022

Cine de arte, caminatas bajo la lluvia, leer a los poetas malditos en la terraza de cualquier café, vagancia…eso acaba.

Se puede permanecer sonriente y obediente durante años ganándose el empleado del mes y del otro mes y del siguiente mes y de los próximos 50 meses y así hasta padecer un accidente laboral o estar demasiado arrugado y desdentado y poco agraciado como para estar de pie detrás de un resplandeciente mostrador y sonreír.

Se puede caminar entre seres que se mueven cansina y monótonamente, seres que se han perdido algo y no buscan nada, no esperan nada, hormigas en la linea de producción, cargan piedra tras piedra, ensamblan pieza tras pieza, empaquetan producto tras producto perdiendo segundo tras segundo de vida.

Presionar botones de máquinas que pueden cercenarte los dedos, rebanarte el muslo como se rebana un trozo de pierna de cerdo en el super.

Un indio lavará trastes a tu lado y te invitará a pasar la noche buena en su casa ¿Cuál de sus 300 millones de dioses le habrá abandonado? Un negro Africano de sonrisa enorme te hará un ritual de fertilidad con un lagarto de madera y hierbas que sacudirá alrededor de tu cuerpo cantando en una lengua que no puedes comprender ,un viejo ruso te mostrara cómo funcionan las dobladoras de acero, alguien dirá que proviene de la mítica Babilonia aunque tú sabes que es de Irak y en todo caso tu deberías decir que eres de Tenochtitlan la capital del imperio azteca y estos italianos groseros y escandalosos dirán que son Centuriones romanos, un Jamaicano que inspira miedo en realidad será como un niño de alma traslucida, un Portugués te regalara vino producido por el mismo con una graduación de alcohol que raya en el aguardiente, los colombianos con su alegría y desinhibición…sudar, derramar sangre, desgastar el alma y comenzar a fragmentarse, esos lugares como los círculos del infierno, maquiladora, corporativo, fábrica, tu cuerpo físico esta pero no tu mente ni tus recuerdos ni tu añoranza.

Aquel musulmán me recomendó no maldecir la lluvia “fucking rain” dije porque nuestro trabajo de horas se veía arruinado y el dijo: lo que viene de arriba viene de Dios, si viene de Dios no puede ser malo, nombres, rostros, hombres, miradas, mujeres, manos, lugares y más rostros.

Ataviarse de saco, camisa, corbata, salir con dos horas de anticipación, estar puntual en el edificio corporativo. Cruzar las enormes puertas de cristal, dentro convertirse en otra cosa, algo más oscuro o más luminoso, incluso en nada. Allí los olvidados se agrupan y sientan en las esquinas, murmuran y mascan lentamente su resentimiento, peones, materia prescindible, se inventan aventuras en los pasillos y almacenes del corporativo. Persiguen la zanahoria, reciben un palo en la espalda, y así son capaces de vivir todos los minutos de todos los días de todos los años de su gris vida, mirada servil y resignada, sus tristes y coloridos sueños que difícilmente llegaran a ser realidad un día, aunque sigan pagando a plazos por ellos, aunque tengan un numero de seguridad social o un plan para el retiro, van de empleo en empleo escribiendo mentiras en sus solicitudes y mintiéndose a sí mismos.

Vestir a la moda, vacaciones en paraísos exclusivos, diseño, arte, cultura, vicios refinados y reservados, empleados de confianza, directivos, momentos efímeros y ficticios como en una película porno.

2022: Trabajar sin restricciones de horario, sin cuotas por cumplir, sin códigos de vestimenta, a tu aire sin personal de compras o de sistemas o de recursos humanos, teléfono inteligente, te conectas, te desconectas, ganas dinero, te conectas, te desconectas, ganas dinero, te conectas te desconectas, ganas dinero.

2009:Que hermosa es la calle desierta, ni un alma, todo el paisaje nevado y toda la soledad del mundo sobre tus hombros, solo te acompañan todos esos escritores muertos en tu camino a abrir el café, encender las luces, moler los granos, colocar los filtros, calibrar la máquina, limpiar las estaciones de servicio, hornear el pan, rellenar los contenedores, montar las mesas, abrir la caja registradora, compactar el café molido, inyectar vapor a la leche, elaborar el un café latte perfecto, servir un esspreso idéntico a los del subterráneo en Milán, hacer un café turco como se hace en las callejuelas de Estambul, tostar grano como en las tribus africanas, infusionar, amar el oficio, pero ya se sabe, como la moneda que cae de tu mano y rueda a la alcantarilla o como el globo que suelta tu mano y se eleva y eleva; así la mayoría de las historias tiene un fin.

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