Ensayo sobre la [in]Justicia

Ensayo sobre la [in]Justicia

Antonio Fernandez

10/06/2019

Los escalones del palacio me resultan cada vez más pesados de recorrer, las columnas de la mármol en la entrada, es lo único que realmente me da paz, se extiende por encima de mi cabeza hasta lo alto fundiéndose con la luz del sol, permanecen incólume al paso del tiempo, me evocan mejor época, aquella en los que recorría el tribunal esperanzado por llevar a la práctica lo que me habían enseñado en la facultad.

El ambiente en el interior es pesado y asfixiante, como siempre, me he acostumbrado a él, el ruido de interminables charlas de Derecho, el sonido de las cadenas arrastrándose por el piso, el gruñido, y bramido de las criaturas llevadas hasta el tribunal humano, juraría que a distancia reconozco el olor a las lagrimas de los desesperados familiares que claman por una absolución de uno de los suyos.

En cada recoveco del recinto se respira la ley, o la ausencia de ella, esto, en otras épocas me angustiaba, y en las noches no me dejaba dormir, pero desde que me he vuelto un poco cómplice de ella, duermo mejor, lo que no he podido evitar es el sueño recurrente que me embarga en mis trémulas noches, estoy de pie sobre una tarima, a punto de ser ejecutado, el verdugo no lleva su cara cubierta(como se acostumbra), es una doncella de hermoso rostro que me mira sonriendo antes de proceder a mi orca.

Durante mucho tiempo maneje con regia disciplina mi ensayo sobre la injusticia, con anotaciones comparativas de los dos tribunales que funcionan en el recinto, observando quien practica mejor la equidad, si el de hombres que juzgan a animales, o el de animales que juzgan a los hombres.

No hay parangón entre ellos, la dicótoma de lo que se dice entre ambos es memorable, en cuanto a la administración de justicia, en el primero se dice que los jueces son «implacables como animales», y en el segundo, que los animales son «indulgentes como los hombres».

Por encima de ellos esta el tribunal Superior nadie accede a el a menos que la imputación sea realmente funesta, y definitiva, nunca lo he visto, de hecho nadie que conozco lo ha hecho, dice que lo preside un hombre con cabeza de león.

Acepte el trabajo como fiscal de distrito hace años y puedo decir que me conozco ambos tribunales como la palma de la mano, el de los hombres que juzgan animales conformado, por el juez Sula con un evidente habito alimenticio desordenado, los casos que más disfruta procesar son el de los cerdos, por obvias razones.

El segundo, Facundo, el hombre más indeseable y de pésimo carácter que se pueda conocer jamás se le ve sonreír, solo cuando dicta una sentencia con la pena más rigurosa, disfruta sobremanera condenar animales domésticos.

La tercera, Julia, promueve un falso moralismo, lleva varios divorcios a cuesta, es la encargada de los delitos pasionales las cuales tramita con especial interés.

La cuarta, Teresa, la más gañan e improductiva de todos, generalmente se ve es su suplente, experta en diferir condenas, los realmente culpables se consideran afortunados al saber que su causa será llevada por ella y pasaran años antes de su sentencia.

La quinta de ellas, fabrizia, vive de las dádivas, subasta la justicia cual mercado, los adinerados mueven todo lo posible para que ella lleve sus causas, para el pudiente una persona con precio es el regalo más económico que les dio la vida.

El sexto Liserbio no admite equivocación, es incuestionable, su contumacia ha condenado mas de lo que ha absuelto.

Finalmente, el séptimo, Ovidio, aficionado a los caballos, hace todo lo posible porque nadie progrese mas allá de él.

En el Tribunal Animal las cosas van al otro extremo, Tem, es un Cerdo de reconocida honestidad su moderación lo ha hecho incapaz de conocer el mundo real, a absuelto verdaderos criminales porque los cree regenerados.

Pat, el gato con el carácter más dócil, su criterio de dar “segundas oportunidades” tantas veces que raya el absurdo, lo ha hecho prescindir de sentencias severas cuando realmente lo amerita.

Cast, un experimentado conejo, el encargado de los casos de familia, llevar un matrimonio funcional de años lo ha hecho incapaz de reconocer que hay personas que son capaces de dañar su propia familia, los absuelve a todos.

Dilget, el caballo, productivo y eficiente, su orden desmesurado no encuentra lugar en un tribunal que no camina a su ritmo, no imparte justicia como lo desea.

Geene, el castor bondadoso y noble, su inocencia y falta de firmeza le ha quitado la valentía de denunciar las cosas que están mal en el tribunal, Humil, el canino, su excesiva humildad lo ha hecho el no postularse para la corte superior donde seguramente ayudaría más que los que lo presiden, y Caritas el ave, cree tanto en la ley que no puede ver que una ley puede también ser injusta.

Todos ejecutan su trabajo lo mejor que pueden, algunos se benefician, otros lo padecen, si cualquiera de estos me juzgara sabría como revertirlo, pero soy llevado al más temido de todos.

EL es irrefutable, verlo ya detendría el corazón, las cadenas me pesan, no me parecían tan pesadas cuando veía a los condenados con ellas caminando por el pasillo.

Los buitres con togas me observan relamiéndose, fiel a su instinto, me acerco ante el máximo juez, ¿puede un hombre soportar la verdadera justicia? criatura inconmensurable, no tuvo que emitir sonido alguno, su mirada fue capaz de ver al fondo de mi alma, mi sentencia se cierne sobre mí.

Mi ensayo concluye con la única afirmación de la que estoy seguro, no hay justicia en el tribunal de los hombres ni animales, esto, es una enorme bestia que todos hemos alimentado, ahora, esta criatura nos va a tragar a todos, mi destino está cerrado, al menos(espero) por los años que dedique a la justicia, que camino a mi orca, me espere la hermosa doncella sonriéndome.

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