El trabajo más antiguo

El trabajo más antiguo

María Belén Gil

06/06/2019

Detestaba la profesión más antigua del mundo, la suya. Sus pestañas con betún y el tacón enredado en un portaligas. Ella, en mil noches y ningún día.

La luna transparente trajo el último cliente. Tenía mirada tierna, nunca vista en su vida de putta (muchacha).

Sentándose en su catre, le pidió que se fuera con él. La carcajada de ella lo hizo temblar. Macabra, exagerada, desbordando rojos. No la soportó.

Dejó dinero sobre el agujero de la sábana y se fue.

Ofendida, contó los billetes. Allí encontró una nota, de tintas mojadas, que decía: para mamá.

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