Te picó la esperanza…

Te picó la esperanza…

Jovita se limpia los zapatos y vuelve a abrir su biblia, me voltea a ver levemente por unos segundos , como tratando de leer mis expresiones.

– Tenés que entrar en mejor contacto con tus emociones- me dice- o vas a explotar en este trabajo.

Los minutos pasan y mi mente no abandona la pantalla del ordenador, pensando en lo difícil que es redactar un comunicado sin los representantes de las organizaciones para hacer aportes. Me doy el permiso de voltear a ver a la ventana para disfrutar de los árboles y no puedo evitar pensar en el lento detrimento de nuestros bosques y en la indiferencia de la población. Recibo una llamada y me avisan que de intentaron secuestrar a uno de nuestros compañeros defensores de un río que sustenta una comunidad indígena. Es en estos momentos que comienza a hervir mi sangre, mi cabeza se ahoga en pensamientos de odio, comienzo a retomar mis momentos de adolescencia en que imaginaba e investigaba formas de torturar y matar personas, poniendo en su lugar a los uniformados y armados simios serviles del régimen. Pero tengo que mantener la cabeza fría, para ser consistentes con mis normas auto impuestas, ser objetivo al comunicar a la población que nos están asesinando poco a poco. Luego me informan que agentes de la policía nacional asesinaron a un menor de edad en otra ciudad, y vuelve mi ira.

A diario en mi labor siento el deseo de retirarme de la humanidad, «ahí que vean ellos». Siempre pienso en los inenarrables horrores a los que ya nos hemos sentenciado, pero que será todo hermoso pues la verdad y la naturaleza solo dan lo merecido, lo consecuente. A diario en mi trabajo debo justificar como «ansiedad social» el inefable desprecio que siento por este interminable desfile de la incompetencia, mediocridad e irracionalidad. Luego mis pensamientos, mi estrés y mi preocupación son interrumpidos por Jovita quien, en un tono apacible me dice:

– Yo veo siempre que te estresas y ya no querés seguir, pero siempre estás haciendo nuevas propuestas para estas luchas, propuestas de tu iniciativa.

– Es mi trabajo- le contesto- solo eso.

– Pues yo pienso que siempre que te sentís mal , te pica la esperanza y volves a moverte.

Entonces vuelvo a mi trabajo, ofreciendo mi vida para proteger a los defensores del ambiente y sus territorios, sabiendo muy en el fondo que estamos condenados, que ya no hay vuelta atrás, pero es que de cuando en cuando me pica la esperanza.

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