No trabajo en algo que me apasione pero voy con gusto. Puede que académicamente esté demasiado formada para este puesto, pero el saber no ocupa lugar, como dice el refrán, nos pasa lo mismo a muchos compañeros de mi categoría, de mi promoción universitaria acabamos opositanto a auxiliares administrativos unos cuantos. Producto de la crisis económica y de los recortes, entré en un expediente de regulación de empleo, me ví en el paro y la opción fue opositar, pero no quiero hablar de mí, sino de las personas que vienen a mi trabajo.

Cuando van a un Consultorio Médico soy el primer contacto, me dan alguna pincelada sobre su enfermedad , o sobre las complicaciones de la vida que suelen ser el origen, para después pasar al médico de familia , al enfermero o al pediatra donde profundizan más. Una monjita me dice que soy un angelito venido del cielo, resulta gracioso porque ni siquiera creo en Dios, ¡cómo para venir del cielo!, agradece que le ayude en todo este lío de especialistas y pruebas del sistema sanitario, no goza de buena salud y debe acudir a consultas que trae apelotonadas y mezcladas con otros papeles, en una carpeta de media cuartilla fucsia pasadas de fecha que hay que volver a citar por segunda o tercera vez, unos ojos pequeñísimos se aprecian detrás de los cristales gordísimos envueltos en unas monturas negras de pasta, ¡qué poco ve!, de sonrisa permanente, es la Hermana Blancanieves, demasiado morena para ese nombre, procede de México, tiene la categoría de cocinera del Convento, prepara la comida a dos curas muy gordos, y a las demás monjas, por eso hay que darle la cita a primera hora, para no dejarles sin comer, debe ser que no se puede dejar la comida preparada el día anterior, pero en cuestiones religiosas no me meto. Juan también es habitual, pasa a recoger los partes de baja cada mes, conforme pasa el tiempo el color de su piel amarillea más, le tienen que transplantar un riñón, el donante va a ser su hermano, le preocupa que no salga bien y que los dos acaben sin él. Rosario está muy arrugada y el pelo muy negro, es puro teatro, dice estar malísima, de rictus muy serio y triste, cómo puede ser que nunca sonría, ni por casualidad. Atanasio está empezando con alzhéimer, de piel muy blanca que enrojece cuando llora porque no consigue acordarse de las pequeñas cosas, le parece mentira que si le apunto la hora de la cita en un papel, con sólo eso, ya se acuerda, sino, al salir por la puerta, no tiene ni idea de lo que le he dicho. Angel la misma enfermedad que Atanasio, acompañado de su mujer, discuten entre ellos, como los niños, que si yo te he dicho, que el médico me dijo, que no te enteras, cuando acaban me da un puñado de caramelos, de esos que se pegan en los dientes. Pilar está enganchada al oxígeno, que acarrea en un carrito, el sobrepeso le añade dificultad para andar, la acompaña su hijo , con capacidad diferente, una vez una persona me dijo que cuando tienes un hijo con discapacidad, deseas que muera un día antes que tú, porque nadie podría cuidarle igual que una madre, en este caso creo que es al contrario, va a estar con ella hasta el final. Julián, no es mayor, piel apagada y oscura, de fumar, padece esquizofrenia, viene a los controles de medicación y a pedir las citas para su padre, antes también lo hacÍa para su madre que murió hace una semana, no le he notado pena , ni en ese periodo de duelo, donde la tristeza se nota aunque no te conozcan, lo debe de sentir mucho, a su manera. Pedro irá Nepal a visitar a su nieta que nació hace poco, le tienen que vacunar de un montón de cosas para poder ir ,debió de ser hippie, lleva un aparato para oír mejor, nos comunicamos por escrito, sino es imposible, nunca llama por teléfono. Carmen y Alfonso, también vienen muy a menudo, no por gusto claro, matrimonio desde hace más de cuarenta años, ella muy delgadita y de pelo blanco largo, él colgado al hombro un bolso gigante, con todos los informes médicos de su mujer, perdió un ojo, pero siempre mira a la cara, no tiene ningún complejo. Justa cuida de su nieta, desde bebé, lo coge todo y ella también, se lo contagia, hay que ayudar a los hijos, tienen que trabajar fuera, más lo siente ella. Mariana se ha quemado la cara con una olla a presión, me lo ha dicho su compañera camarera, en el ratito que vamos al café, no quiere ir al médico, está en situación irregular , porque ilegal, me dice, no somos nadie, teme que la expulsen a Argentina, y ella «acá» está muy bien, decide venir a consulta, por lo menos que la miren y le receten una crema, las quemaduras son superficiales, menos mal, un accidente doméstico, aunque tengo mis dudas que no haya sido trabajando, le quedan tres años para poder pedir la tarjeta de residencia, se empadronó en cuanto llegó para poder acreditar que vive en España. Gemma se ha quedado embarazada y no quiere el niño, es muy joven, tiene toda una vida por delante, ha solicitado la interrupción voluntaria del embarazo, todo confidencial, no se va a enterar nadie.

Esta es la rutina de la enfermedad, de la educación para la salud, de los extranjeros, de los adolescentes, de los mayores, de los niños, es el mapa social detrás de la ventanilla de un Consultorio Médico, las personas son muy agradecidas, cuando te cuentan su historia es porque desean ser escuchadas, supone soltarlo y todo es importante.

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