Un día más, suena el despertador antes del amanecer y la rutina me rescata del sueño en el que me encontraba justo cuando…que más dá.La vida no da tregua al trabajador por cuenta ajena y el lujo de unos minutos más sobre la almohada, está reservado a los privilegiados de batín y zapatillas de felpa que arrastran sus fortunas por el pasillo del chalet rumbo a la piscina, porque hoy hace un buen día para desayunar en el jardín y el zumo de naranja recien exprimida sienta muy bien a estas horas…uff que tarde es.
El café que sobró ayer, aguarda en la vieja cafetera esperando a dejarse caer en la taza de la melancolía donde cada mañana se mezcla con el azucar de la nostalgia bailando alrededor de la cuchara marcada por el tiempo y que nunca ve la luz del día, acompañada del cariño de tantas madrugadas sabiendo que después de la danza eterna y excitante con el café amargo de la soledad, volverá al cajón de las ilusiones junto a tantos cachibaches que bostezan el sopor de estas horas.Ya deberían de estar acostumbrados al silencio de la piel cuando se desliza por un recuerdo.
Hoy, me acompaña en mi viaje, un almuerzo en forma de bocadillo de pereza untado con una salsa de cansancio que anoche, en mi delirio post laboral me atreví
a hacer y que esta mañana reposaba en la nevera junto a las fechas de caducidad de los sueños perdidos de juventud cuando me levantaba a trabajar con ganas de comerme el mundo y de conseguir todo lo que me propusiera, sin que mi muñeca sientiera la presión del reloj de los desdichados que sufren la ansiedad del fin de semana que nunca llega y…que se pasa volando..para volver al lunes, malditos lunes.
La parada del autobus de los sonámbulos, me espera, como cada día en el mismo sitio. Un leve balbuceo esgrime un..buenos días..a las almas que se sientan pacientes a que el convoy de la esperanza aparezca a lo lejos y los pueda dejar cerca de su trabajo,algunos ataviados con el logotipo de la empresa y otros vestidos de calle,pero todos con la mirada perdida en la acera oscura,donde yacen las pocas ganas que deja una fría madrugada arropada con el silencio de las preocupaciones anónimas que se esconden en los bolsillos de la tristeza cosida a las costuras del alma.
Pero yo trabajo para mi…suerte, la misma que me ayuda a llegar a final de mes con lo puesto, la que se pierde en los bares de última hora donde desahogarte entre los hielos del hastío, la única que comprende que el buzón, no es más que el baul de los problemas traducidos en facturas, comisiones,derramas y todo un sinfín de papeles que mueren en la carpeta del olvido, vestida del polvo de la memoria porque sabes que el mes que viene va a ser igual y….gracias.
Yo trabajo para mi…libertad encarcelada en la prisión de los sueños hipotecados entre cuatro paredes, donde un cuadro de mercadillo decora la agonía que cubre la ansiedad del calendario que parece no pasar mientras me marca las fases de la luna dibujadas con encanto…que más quisiera yo que estar en la luna, cuando no puedo despegar los pies de la tierra por el peso de la calculadora de los pobres que siempre falla porque los números no cuadran.
Yo trabajo para mi….
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