6:55 A.M. Vi a Pablo llegar esta mañana, como todos los días acompañado de su padre, un hombre alto, delgado, mal carado. Pablo le tenía miedo, este lo golpeaba salvajemente; en varias ocasiones la escuela había reportado el abuso, no se podía hacer nada, el padre tenía “amigos”.

Con trece años de edad era el más alto del colegio, moreno, ojos claros, encorvado, delgado casi esquelético, no mira a los ojos, pero cuando lo hace pareciera que no te ve, como si tuviera la mirada perdida, siempre demacrado y ojeroso. Se menciona en su historial “padece trastorno de sueño”. Así como que, había estado en nueve escuelas de las cuales había reprobado en tres y en otras había sido dado de baja por la conducta disruptiva que presentaba.

Con un padre borracho, golpeador, una madre neurótica y drogadicta, Pablo era un chico que casi todos los días tenía reportes por su conducta desafiante. Si no le pegaba a algún compañero, le contestaba a su docente, rompía sus libros y los de sus compañeros, le encantaba fastidiar la clase.

9:30 A.M. Es hora de recreo, en la mesa del comedor aún quedan estudiantes desayunando, en la cancha de futbol, los de sexto con los de quinto juegan una “reta”, la pelota se ha ido al patio de Doña Carmita arta de que todos los días caigan en su patio los balones ha decidido que nunca más los devolverá, balón que caiga, será balón que le regale a los niños de la iglesia donde va al culto todos los domingos. Mujer enojona y criticona que sólo se le ilumina el rostro con una sonrisa cuando cuando ve a Don Benito el sacristán de la iglesia quien es amante de doña Flor la dueña de la panadería, quien se escapa todas las tardes antes de abrir el negocio para verse con Don Francisco, el esposo de Doña Carmita.

En un rincón sin compañía, pegado a la pared se encuentra Pablo, no juega con nadie, siempre serio, observando a los demás compañeros, nadie se le acerca, para qué perder el tiempo con ese chico que sólo crea problemas.

11:09 A.M. Yendo a mi oficina, paso por el pasillo de los sanitarios, veo a Pablo salir del baño de niños, lo percibo sospechoso, algo se trae, me dirijo a él para cerciorarme si estoy en lo correcto.

–¡Pablo espera! –le digo. Su cuerpo rígido y su nerviosismo me dicen que algo tiene escondido.

–¿Estas guardando algo? –le pregunto.

Mira para todos lados y baja la mirada.

-No. –Me responde quedamente.

La maestra de segundo viene bajando de la escalera, me llama, con el rostro enrojecido, enojada balbucea algo incomprensible, tiene a su alumno Miguel tomado de los hombros con la cabeza inclinada para atrás, Miguel bañado en llanto con la nariz rota y chorreando sangre se deja guiar, Juan viene detrás de ella con el rostro furioso, respirando aceleradamente. Se adueñan de mi atención por lo que Pablo aprovecha para escapar de mi escrutinio. Lo veo irse, apenas termine con esto averiguaré que escondía.

11:45 A.M. De regreso a mi oficina me avisa la asistente que el padre de Pablo ha sido llamado por un evento que ocurrió en el aula, Pablo se encuentra en mi oficina, había golpeado a su maestra.

12:15 A.M. Entro a la oficina, Pablo con lágrimas en los ojos me pide por favor no le diga a su padre ya que le “romperá la madre”. Es muy bueno para dramatizar, otras veces me ha hecho lo mismo, hoy no caeré en su treta.

– ¿Qué ha pasado Pablo? –le digo.

-¡Yo no hice nada, todos están en mi contra! La maestra no me entiende, ¡ella me obligo hacerlo!, ¡Quiero morirme!

Miro su rostro, ¡actúa!, pareciera no lo siente; dentro de mí se crea confusión ¿Y si es verdad su sentimiento?

-Lo siento Pablo, pero esto no puede quedar impune, ¡golpeaste a tu profesora!, ¡te das cuenta que tus acciones se pasaron de límite!, ya hablamos a tus padres, en unos minutos deben estar aquí. Tu sanción será la baja definitiva de la escuela.

– ¡No, no, nooo!, ¡No puedes sacarme de la escuela!, ¡No puedes hablar a mi padre!, ¡El me romperá la madre!, Me matara!, ¡eres igual a todos, me culpan de todo!, ¡te mataré! ¡la perra esa tuvo la culpa!, ella quería oblígame a sentarme!, ¡La mataré!

-Tienes que ayudarme! ¡Ya lo has hecho antes!, ¡Por favor! – me decía mientras se levantaba de la silla, su mirada se quedó fija en mí, tomo su cabeza entre sus manos y comenzó a caminar por la oficina, – ¡quiero morirme, quiero morirme!, si no lo hago yo, él lo hará ¡Me matará, me matará! repetía una y otra vez.

-Lo siento Pablo, está vez no puedo hacer nada, tranquilízate por favor – le dije

¡Me matará! ¡Me matará! -gritaba.

– ¡Tienes que hacer algo!, ¡Dile a mi padre que es mentira, que te confundiste, que la perra esa tuvo la culpa!, ¡Maldita puta, tienes que ayudarme!, ¡Hazlo!, ¡Ahora! – Me decía mientras se ponía frente mío y levantaba el brazo con un objeto metálico.

Lina la asistente menciono que escucho el sonido muy fuerte proveniente de la oficina de psicopedagogía. Los padres que nunca pensaron que él quisiera suicidarse. La profesora de Pablo que fue una gran pérdida, echará de menos su sonrisa y su plática. Los compañeros de Pablo que no lo extrañarán.

13.30 P.M. Hoy vi por última vez a Pablo, el ya no estará en la escuela. Yo…tampoco.

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