Si, ese es mi trabajo. Mamporrero de salón de masajes. Elijan. Ni alto, ni guapo y con barriga cervecera.
Regento un local, “Greg el griego”. Mi local está protegido por la pasma; soy un chivato, » un informador pagado». Ellos permiten mis transgresiones de la ley y yo doy consejos a la policía.
Mi credo: no esperes nada, arriésgalo todo.
Como dice H.C. Wells “mi vida está preñada de peligros”. Mi mejor compañera es la fusca Sig Sauer que llevo en el tobillo. No, no lleva seguro. Como decía mi capitán en el Tercio: “El seguro de una pistola está en tu mente. Si no sabes cuándo hay que sacar el hierro, mejor no lo hagas, porque te volarás los huevos o te la meterán por dcetrás”. Fin de la cita.
Mantengo un pulcro local. Un garito decadente con la típica bola de espejos en el techo. Luces estroboscópicas. Mierda extorsionista de una chica vestida como Selma Hayek y la escena de la serpiente de “Abierto hasta el amanecer”. Una cohorte de bailarinas con top de lentejuelas bien moviendo el culo, o bien sentadas a horcajadas sobre unos incautos que les introducen billetes de veinte dólares en el escote.
Me abro paso entre esa fila de perdedores, salidos, gañanes, tipos con caspa en los zapatos y me dirijo a la cabina del DJ. Parloteo pueril.Aparto a un pisaverde con restos de metanfetamina sin biometabolizar en sus venas, que pontifica los valores liberales del neocapitalismo. Reprimo mi diatriba, Evito que un bardo bolchevique o un magistrado amariconado me encalone en el trullo por delito de odio orwelliano. «Que te den por el culo cuarenta veces», le replico al menda. Y paso de él.
De repente la veo entrar. ELLA está allí. Rodeada de Ediles y líctores. Cuello longilíneo. Bienoliente, penumbrosa y adornada con oropéndolas doradas. Entro en bucle poético. Se me sueltan los esfínteres.
Pelirroja con ojos de endrina. La veo en una mezcolanza gama permutable de imágenes eidéticas, alucinaciones hipnagógicasy sueños hipnopómpicos.
Giro a su alrededor como un demonio derviche. Ella deja resbalar su mirada sobre mí. Una mezcla de Uma Thurman y Greta Garbo.
Me deja petrificado, estatua de sal. Se me congela la sangre y me caigo en trocitos, despacito, como en los dibujos animados.
Me sonríe y me habla. Gelatina en mis piernas. Recibo la recompensa momentánea de una sonrisa.Un brutal egoísmo define mi apostasía. Quiero más. Hay otras mujeres, que la controlan, dicen que la protegen. Leo censuras bíblicas en sus rostros. Me coaccionan y me compromete a alejarme de ella. Que soy un vago y que no hay futuro conmigo . Emiten una vibración a Juventudes DDR.
La deseo a ELLA, deseo escribir novelas juntos. Abandonar la Noche. Buscar un trabajo decente, como repartidor de pizzas o como médico residente mileurista tocando abscesos anales a las cinco de la mañana; viviendo de emparedados de cangrejo y cafeína cristalizada.
Formar un hogar. Sobriedad significa eficacia. Formar un hogar. Regar las petunias juntos.Pagar hipotecas. Limpiar cada molécula de suciedad de nuestra casa con una sonrisa.
He tenido un despertar espiritual. La veo a ELLA a pie de mi cama. Me acompaña en la oscuridad. Nos deteníamos al borde del precipicio de la pasión.
Me sonríe en las reuniones de Alcohólicos Anónimos, no me ofrece certezas. Nunca las hay. Pero me da valores absolutos y una libertad compatible con mis creencias.
Un día nos besamos; un beso largo de ochenta segundos. Sudor y aliento de nicotina de cuando las mujeres con clase todavía fumaban.
Conversaciones profundas, hacer el amor, conversaciones profundas.
Cierro el lupanar. ELLA desaparece.
Soy el único pasajero de un tren que descarrila sin su Luz.
Ahora me concentro en otra de mis visiones; voy sentado en soledad en un único vagón, donde veo pasar la prometedora línea de luz cenital. Veo pasar adoquines nevados, árboles, inmensos prados de trigo y centeno, con el Vigilante de Salinger escondido . Novela de culto , la que llevaba el asesino de Jonh Lennon o el que disparó a Reagan. Todos los colgados la llevan en el bolsillo de sus chaquetas .
Sueño que salgo del tren, en el apeadero hay una espléndida geometría plana. Visualizo una figura femenina. Coxa sagrada. Dicotomía de doxa versus epistome. Poderosa Afrodita y parajes bellísimos, patinadores brueghelianos que giran lentamente como un disco de vinilo, dejando un eco.
ELLA es belleza tangible. Es suave brisa que impele a los nubarrones y los expulsa de mi mente. Volví a sonreir. Tal vez por ello mis accidentes en los días siguientes emergen del resplandor general de una manera inconexa y azarosa. Paso de una maraña de negatividad a una emergencia de la energía adecuadamente encauzada a volver a ser un ser alegre y combativo.
ELLA me deja claro el panorama. Con intuición excéntrica me veo venir lo que no quería escuchar. Mi persistencia calenturienta le ha anegado la paciencia. Va a casarse con un tipo con dos lexus negros en la puerta. Desolación sonora.
Los claros clarines de pronto levantan sus sones – Rubén Darío – empiezo aprogresar. Sin ELLA.
Tuve claro que todavía no estaba curado, que necesitaba desintoxicarme del Síndrome de Stendhal (exceso de belleza), aprender a vivir sin ella.
Vivo como los eremitas. Leo proemios de Terpandro, exordios, discursos de Píndaro y poemas clásicos de hombres valientes que mueren jóvenes.
Rezo, duermo, sueño y la echo de menos.
Dos libros de compañía: “Ansichtes eines Clowns” y “Fangen in Rongen . Esos libros prohibidos , de los que dejan huella, tipo Necronomicon. Y no lo que posturean los zumbados que pululan por el mundo dándoselas de haber leído a Rilke.
Poco a poco empiezo a desintoxicarme de ELLA.
A veces hay días malos: Son de resaca, infame turba de nocturnas aves – Góngora dijo.
Otros días son mejores: Chillería de chiquillos – Juan Ramón Jiménez, dixit.
Conozco mujeres. Pero ninguna es ELLA.
Cierro el lupanar . Emigro al Monte Athos,
DEDICATORIA: Para la chica del Cola-Cao
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