Pasando desde un día, una persona que agarra el teclado y escribe con melancolía. Quien tenga un parche curitas para taparme el montón de heridas por la ferretería, feliz tendría otro día para seguir trabajando. Aunque pierda el equilibrio con tantos sacos cargando a un cliente, siempre llego con una sonrisa y esperando que suelte un par de caudales, jamás se podrá exigir que la retribución sea como pacto en sangre, y por ello mismo el muchas gracias abunda en manada.
¿Quien podría decir?, en un cartel bien grande; «Ojalá suenen sus gracias». Por que la espalda a veces te parte el alma, aunque con su buena faja puedo llegar sano a la casa, teniendo un par de rasguños y la lata de tener que ser un burro de carga. Lastima tenga la vida del «Ferratero», quien tenga un par de centavos para poder sentir sus gracias, dejaré de pensar que soy un saco que lleva los escombros que compra el maldito cliente.
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