Esta vida, la respiración de la naturaleza, la multiplicación de sus imágenes, va definiendo con la experiencia el patrón que se esconde en las profundidades del significado. El destino se conoce multiplicandose. Cada vez que una palabra es dicha, ya sea en la mente, o en esta «otra» instancia construida por acuerdo metafórico; lo que no está construido del material del sueño y es aquello que se considera usualmente lo real, esa palabra ya es otra palabra. Su resonancia se ha perdido de vista pronto. La vida es cómo un río. Va tejiendo sus imágenes con las manos del nombre propio. Con calma y bravura. Eso cree el nombre propio. La reproducción de los significados de la imágen que se presentan ante el ojo del Beholder posibilita que continúe la multiplicación de significados de la imágen y lo único se vuelve muchos; varios individuos en un mundo de multiplicidadde significados en donde los significados obtienen tonalidades a través de los colores, los sonidos, los sabores… Las imágenes rechazan a sus contrarios, pelean ángeles y demonios y el choque de sus fuerzas causa impacto en la composición y reproducción. Como si uno realmente existiera… como si fuera necesario.
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