La confianza del comprador es su debilidad

La confianza del comprador es su debilidad

pam

11/06/2018

En busca de trabajo fui a las entrevistas y las preguntas frecuentes siempre fueron las mismas; sabe negociar?, tiene un «pitch» como carta de presentación?, tiene experiencia?, lo que me causó interrogante, fue saber que es un Pitch?.

Tanto escuchar comencé a preguntar y dos ejecutivos de negocios me dieron una definición equivalente, conceptualmente con un mismo enfoque. Una dirigida a la publicidad de la empresa para la captación de nuevos cliente, conocida expresión de prospectos, utilizada por la fuerza de ventas y la otra enfocada al cierre de negocios

Busque información y encontré lo siguiente:

“El pitch es una presentación que se realiza para que un posible inversor, considere la opción de invertir en tu empresa o de hacer negocios juntos. Este soporte, debe de ser lo más atractivo posible para captar la atención de tu interlocutor desde el primer segundo”.

“Pitchear, verbo derivado de la palabra en inglés Pitch y cuyo significado más acertado sería discurso, es una estrategia comunicacional entre alguien que quiere vender o posicionar su proyecto en el mercado”.

“Lanzar un mensaje (en tres minutos)” eso era en el fondo.

Por alguna razón (seguramente bien fundamentada, la cual se puede profundizar en otra ocasión), el “cierre de negocios” ha estado enfocado en agradar y convencer a los compradores, inversionistas, asesores, etc., dicha razón es aceptada ya que el que ofrece se debe someter a la prueba de la confianza.

En esta negociación obviamente existen dos partes, de manera consciente o inconsciente, se cree que una de ellas tiene el poder y debe empatizar con los caprichos del otro personaje, muchas veces poco ortodoxo.

En mi experiencia siempre tuve la convicción en que un “vendedor” ya sea gerente o ejecutivo de la empresa, siempre y desde la prospección debe tomar la extrema atención a las necesidades y dolencias de sus clientes y posibles compradores, con la finalidad de identificar, corregir y entregar las soluciones para cada uno de ellos. A partir de ahí comienza el cierre del negocio, ahora si esto lo pueden hacer en tres minutos, no lo sé.

Recuerdo mi primer Jefe de Venta (muy sabio por lo demás), al cual yo alguna vez me jacte ante el, de ser un buen vendedor. Me apunto diciendo este producto se vende “por sí solo”, la venta propiamente tal comienza cuanto el posible cliente te dice que “NO” en ese momento comienza tu puesta en escena. Lo comprendí un tiempo después cuando ya estaba en otra empresa y con otro producto muy diferente con un mercado muy diferente también,

Comprendí por lo demás la diferencia entre un tomador de pedidos, un vendedor y un cierre de negocios.

Esta puesta en escena tiene que ver mucho con tu esencia, quiero decir que no todos están aptos para entrar en esta puntual y frágil comunicación entre dos partes que buscan su ganancia (aptos en el sentido de los resultados). Tu herramienta fundamental para la venta y el cierre de negocios, consiste según mi punto de vista (que por lo demás no es nuevo) en realizar todo el proceso de conocimiento y estudio en todas las variables que involucra el mercado (que en otra ocasión podemos ver).

Luego de esto es convertirte en tu propio agente (capacitación individual), tu propio yo, demostrar que es tú trabajo y lo sientes en el alma, disfrutas rompiendo mitos inexistentes, saltando los obstáculos y doblegarlos, dejar de pensar que tu oponente o tu contraparte es un semidios (romper el hielo, como decía la vieja escuela, es tu aliado y tu compañero). Luego de esto te conviertes en un cerrador de negocios y te puedes dar el lujo de tomarte el tiempo que quieras. “Disfrutando de la vida y de tu trabajo”, con buenos resultados.

Recuerdo cuando fui empresario y tuve que negociar en China, en su terreno con sus reglas y sus estrategias, con muy poca experiencia y sintiéndome dueño del mundo por adquirir el papel de comprador.

Con mi arrogancia y mi juventud de entonces creí saber todas las reglas de negociación y que obtendría un buen producto y al mejor precio, enseñándoles a los orientales en qué consiste este arte.

Visitando algunas fábricas encontré una en particular que me pareció que tenia un producto que podría ajustarse al mercado nuestro y empecé la negociación, o sea a conocer a mi contraparte (según yo).

Al momento de entrar en sus instalaciones inmediatamente observaron mi interés por esos productos, captaron algo que yo ni me lo imaginaba. El primer día vimos toda la parte técnica, su forma de fabricación y procesos, etc., al momento y llegada la hora de almorzar me designaron cuatro ejecutivos para acompañarme y conversar entre otras cosas, al tiempo de pagar vino un garzón con la cuenta y en un acto casi simultáneo los chinos se llevaron sus mano al bolsillo e hicieron un gesto que habían olvidado sus billeteras, viendo esto levante la mano y dije tranquilos “pago yo”. Segundo día, lo mismo fuimos a comer y al momento de pagar se repitió la misma acción tal cual, al igual que el día anterior levanté la mano otra vez y dije, tranquilos “yo pago”. Tercer día de trabajo, nuevamente llega la hora de comer, al término de esto y con gran astucia viendo que se aproximaba el garzón con la cuenta, me lleve la mano al bolsillo e hice el mismo gesto que ellos, indicando que no llevaba la billetera encima, para mi sorpresa los ejecutivos chinos gritaban a carcajadas y riéndose me decían que “por fin me di cuenta” del juego.

En ese momento y para mi entendimiento aprendí que no podía enseñarles el “Arte de la Guerra” a quien lo había escrito, y que me llevaban siglos de ventajas en una negociación. Luego y en un estado de compañerismo me comunicaron y enseñaron que la “confianza del comprador es su debilidad”, y que estaban entrenados para identificarla. También aprendí que pude perder mucho dinero si no hubiese tenido ese entrenamiento que graciosamente me entregaron.

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