Me levantaba a las 6:25 de la madrugada, para alcanzar a tomarme un café. Meditaba mucho las cosas, era de los que se sentaban en el borde de la cama y se quedaban en trance consigo mismo, pensaba en mí vida, en si realmente era feliz donde estaba, si no me molestaba mirar mi cansado reflejo frente a la computadora todos los días en el trabajo, pensaba en si era realmente era feliz con lo que hacia de mi vida.
Era tedioso tomar el metro, a los 64 años sentía que me daban beneficios que no merecía, no me consideraba un buen ciudadano como para que me estén dando un asiento preferencial (que por cierto no me hacia sentir para nada especial)
Era un viejo mal humorado, odiaba que me tratasen de sordo cuando puedo escuchar aun de lo que habla la vecina, odiaba ver mi reflejo en mis zapatos perfectamente lustrados, odiaba los días de calor donde me veía obligado a sacarme el saco y dejar al descubierto mi extrema delgadez, odio que cada día vea una nueva arruga en mi opaco rostro, odio que el cuello de mi camisa llegue negro a casa porque son los «vivos – muertos» de 21 que mueren de frió en la oficina.
Odiaba lo que era, llevaba 45 años en esto, sentado en la misma silla, viendo el mismo horrendo cuadro en la grisácea pared, aun seguía la mancha de café en el piso que derrame los primeros días sentado en esta silla. Aquí fui feliz, tomaba el metro con ansias a ver que nuevo amor pasajero me iba enamorar, me gustaba verme entre mis zapatos y a veces darme un retoque rápido en ellos, recuerdo que me gustaba encender la calefacción al máximo porque en aquellos tiempos moría de frío, cuando una vez un compañero de trabajo me hizo tanto reír, que por accidente derrame un poco de café en el piso.
Fui feliz, realmente lo fui, amaba mi vida, y me amaba a mí. No sé que paso, pero de un día para otro ya no era el mismo, me sentía mas cansado, y a veces inventaba excusas banales para faltar al trabajo y no verle la cara a todos esos jóvenes que creen sentirse orgullosos por lo que hacen., pero ya los quiero ver, a los 64 odiando el color de su corbata, odiando el 24 porque ahí es donde todo muere, oficina 6 al fondo, sin ventana, pensando si a caso la muerte realmente seria algo malo, y que a veces no parecía ser tan mala opción…
OPINIONES Y COMENTARIOS