Hoy no trabajo.

Solo quiero descansar y tumbarme en la cama todo el día, escuchar como llueve y sentir el frío poseer mis sabanas. Me gustaría chocolate o un té, quizás dejar que mi gata se suba conmigo y ronronee, como si me cantara. Sin embargo, no llueve, hace un calor infernal y se me acabó el chocolate, mi gata, en su indiferencia a mis deseos, escapó por la ventana.

Permanezco en la cama, invadida por un venenoso pensamiento: inmovilidad. A pesar de desear no hacer nada, permanecer en la quietud absoluta, mi mente indaga en mis peores temores, en las debilidades de mi reciente independencia. Hace un par de meses que comencé a vivir sola y aunque siempre lo quise, experimentarlo me resulta fatigoso, y no por le hecho de trabajar, sino por encontrarme de nuevo en esa zona confortable que me encadena a un tiempo muerto.

Entendí que se pierde mucho de si en el trabajo: los chismes entre compañeros ya no me son indiferentes, si el jefe no aprecia mi informe me enojo y emito cánticos malsanos contra los ricos, me siento como una clase explotada y anhelo con ansias estos días de descanso, donde lo menos que hago es disfrutar.

Por alguna razón le rindo tributo al dios de la producción, estar en constante movimiento sin detenerme, sin haber producido algo para el mundo. ¿Qué hay de mí? ¿Desde cuando dejé de crear para mí y comencé a producir para otros? La vida adulta me ha resultado fatigosa, antes imaginaba que mis padres poseían control en sus acciones, en la vida que llevaban, ahora me doy cuenta de lo errada que estaba. No sabían nada, solo le dieron a sus miedos nuevos rostros.

¿Esto es lo que he acumulado a largo de estos meses? ¿Nuevas preocupaciones, dolencias existenciales? ¿Qué pasaría si permanezco en el silencio, viendo las nubes cabalgar los cielos, alejada del ruido de la ciudad? ¿Cuánto tiempo necesito para desintoxicarme de la vida?

A veces sigo la pista de gozar del trabajo de nuestras manos, solo disfrutar de aquello que hacemos porque la vida es este aire que respiramos. Y hay días en lo que vale la pena pensar así, otros donde el terror que sintió Adán al escuchar la sentencia: Maldita será la tierra por tu causa; con trabajo (dolor) comerás de ella todos los días de tu vida; gobierna mi vida.

Llega un nuevo mensaje. Reviso y es mi jefe, preguntándome si podía trabajar hoy que Letty no se pudo presentar a trabajar. ¿Habrá conseguido la fuerza suficiente para suicidarse? Respondo que sí.

Es mejor entretenerme que pensar, de todas maneras la felicidad siempre estará vendada.

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