Querido hijo:

Al final sabrás porqué me dirijo a ti por este medio.
Te platico que reflexioné en lo que me comentaste respecto
a mi síndrome acumulativo. Me propuse realizar cambios
importantes. Empecé por hacer una limpieza al armario y me
deshice de todo aquello que en el último año no había ocupado.
Eliminé ropa, zapatos, bolsas. En el fondo
me topé con una maltratada y desgastada caja de cartón. Encontré
fotorafías, muchas tarjetas postales y algunas cartas. Con
curiosidad y excitación elegí unas postales y me dispuse a iniciar mi
viaje al pasado. La primera era de mi hermana cuando vivió en
Londres. Después aparecieron varias de mi mamá y sus múltiples
viajes. En minutos recorrí el mundo. De pronto llamó mi atención
otra postal escrita con hermosa letra. Era de tu abuela dirigida a tu
papá en donde lo consolaba y le daba ánimo ya que de niño estudió
en un colegio lejos de la familia y se sentía solo y desvalido. Recordé
cuando tu papá me platicó lo reconfortante que había sido
recibir esa postel.
Entonces pensé ¿en qué momento permitimos que las redes
sociales nos alejaran de estas maravillosas costumbres

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