Querido Luis:

me acoge la leña y el fuego y sé que estoy en casa porque no hace frío, pero sé que no es mi casa porque no oigo el ruido del frigorífico ni el crujir de la cuarta baldosa que va del salón al dormitorio; al llegar de trabajar tampoco estás tú.

Tenías razón, disfruto enormemente los paseos por la playa y las puestas de sol desde el Monte Corbero. Me está gustando conocer la rutina de esta ciudad y no quedarme solo con lo turístico, pero cuando cae la noche me falta disfrutar también la rutina contigo. No he parado de escribir desde que llegué y a todos les digo que es culpa de ver el mar desde el sofá (los dos sabemos que si en algo encuentro inspiración es en la ausencia). Echo de menos encontrarte leyéndome a escondidas. Ojalá encontrarte leyéndome a escondidas.

Sandra Q. 

(texto y foto original)

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