Hija querida, el 27 de abril es tu primer cumpleaños, tu primer otoño y tu papá te extraña.

El viaje se ha vuelto largo y más allá de los kilómetros, el no escuchar tu voz estira cualquier distancia.

Las lágrimas que más duelen son las que se secan solas, y acá estoy, dejándolas correr por mis mejillas soñando con verte de nuevo riéndome de las torpezas que sin querer hacés, mientras aprendés a caminar.

Quiero empezar a vivir una historia de la que seas la redactora, porque es mucho más limpio el guión escrito por tu inocencia que el que inventan mis prejuicios.

Pronto nos vamos a volver a ver, papá te necesita y su felicidad también.

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