…inocencia guardada…

Hace unos años me carteaba

con una niña de mi misma edad, en época del colegio. 

Ella se llamaba Jomaira y, tras el Huracán George, no volví a saber de ella. 

Lo más lejos que ha llegado una de mis cartas ha sido allí, a las manos de una niña de República Dominicana.

La sentía como mi amiga, era parte de mi vida. 

La conocí a través de sus letras. Conocí cómo era su casa, su familia, su escuela. Me habló de sus sueños y de lo importante que era haberme conocido.

Nunca nos vimos, sólo por fotos.

Con Jomaira tuve por vez primera una conexión con alguien a cientos de kilómetros de distancia.

Cartearme con ella me empapó de cosas buenas, de sentimientos y valores bonitos. Tuve más conciencia aún de la pobreza y las desigualdades del mundo.

Una vez, una de sus cartas traía una caracola de regalo…pero al abrirla con tanta emoción, se me cayó por una alcantarilla…¡que tristeza sentí entonces!

Jomaira, espero que hayas conseguido salir adelante y cumplir tu sueño de ser modista. Espero que la vida te regalara miles de sonrisas y que tus pies caminaran libres, siempre.

Nunca, nunca, te voy a olvidar.