«No llegaba. Siempre preparada, alerta, y nunca lo lograba.

De pronto se entendió perfectamente en el momento menos esperado. No importaba dónde, ni el cómo ni el cuándo; era lo de menos. Bastaba sólo con mirar a través del cristal, oler el aroma embriagador del ahora y, ayudada por mis frágiles dedos, dejar caminar mi pluma sobre el papel.»

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