Maestro y aprendiz, para la creatividad el taller es su tapiz.

Ojos cerrados, mente en blanco, palpitar anhelado, cabeza de sotabanco, y en ella, sonoras ideas irrumpen, el silencio aluden y al corazón acuden. Bienvenido sea el numen a la mente del artista, la pluma y su tintero a la vista, y al papiro sin letras que luce desarmado, la esgrima que el escritor ejerce con el cálamo impregnado.

Inicia la obra, su germinación, la creación de un lienzo de tinta cuyas palabras son la seducción.

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