Era una tarde calurosa y yo me había comprometido a asistir a esa «feria de pueblo» o alboroto que encontraba todos los días en el camino a casa. Me intrigaba tanta gente reunida después de la curva, justo al pasar la Caoba,pero como otras tantas veces seguí derecho. Nuevamente el miedo a lo desconocido me quitó de las manos la posibilidad de cambiar de vida…

Mañana será otro día,decía para mi : esta vez si entraré y no le temeré a esos maestros que quieran rechazar lo que escribo..

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