Veía, tras sus pupilas, cada uno de sus mundos.

Extendiendo su pluma, cual varita mágica, los invitó a invocarlos.

«Son solo letras», dijeron.

«Tan solo letras», concedió.

Sobre el papel no eran más que garabatos.

Tras sus ojos imágenes confusas.

Volvió a blandir su varita y los retazos revolotearon.

Posándose en sus lienzos en estrictas formaciones.

«Son solo letras», dijo.

«Tan solo letras», respondieron.

Dejaron sus plumas y miraron a un lado.

Veían, tras sus pupilas, cada uno de sus mundos.

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