El misterio de la cabra
La tarde caía sobre la carretera que serpenteaba entre los campos dorados. Eran las seis y faltaba poco para que llegáramos a destino. Éramos cuatro extraños en un coche compartido: Luis, el conductor tranquilo que se sabía todos los caminos; Marta, una estudiante de veterinaria; Javier, un joven que no soltaba el móvil; y yo,...