El destino compartido
El reloj marcaba las siete de la mañana, y el frío se colaba por las rendijas del coche. Éramos cuatro extraños compartiendo trayecto hacia Madrid. Yo, atrapada en pensamientos de un amor perdido, y ellos, cada cual en su propio mundo. El conductor intentaba romper el hielo con chistes que no siempre hacían reír, pero...