Las enfermedades mentales siguen estando mal vistas. Se mira a la gente que las padece con otro prisma pero en escala de colores grises. Ahí no existe el arcoiris, ni para quienes lo padecen ni para quienes conocen de la enfermedad de enfrente.
Los prejuicios continúan y, aunque tras la Covid 19 el número de personas padecientes en primera persona conocen lo que se sufre con una enfermedad que no se ve, y perjudicadas con consultas mèdicas muy espaciadas en el tiempo, sintiendo abandono en el cuidado de su sufrimiento ha elevado el número de personas de un colectivo vulnerable y estigmatizado por la sociedad "común".
Se ha dado más visibilidad con la exposición de personas famosas contando su enfermedad y, tras la Covid.
Pero lo que pretendo demostrar con el relato es que hay millones de personas en el anonimato con un gran sufrimiento generado por una enfermedad invisible y quiero animar a que quien padezca cualquier tipo de trastorno mental se anime y no tenga vergüenza a compartirlo, juntos conseguiremos que el Orgullo Loco sea una fiesta de gran magnitud y no un triste recorrido en un tramo del Paseo de la Castellana en Madrid, con pancartas precedidos de una batucada.
Una usuaria de los servicios de salud mental.